A partir del microrrelato, ampliar la historia
La mesa cruje una pena tan profunda, que se desgarran casi todas sus moléculas.Yo, indiferente. La mesa insiste en dirigirme la palabra. Yo, indiferente. Tímidamente trata de llamarme la atención rozándome con la pata. Yo, indiferente. Esa mesa no tiene la menor decencia, se indigna el sillón de pana. Yo, avergonzada. la cubro enseguidita con un mantel y me vuelvo a la cama.
Ana María Shua
No digas nada
¿Porqué esta noche y no otra? La noche se anuncia tranquila. Amable. Me dejo envolver por su manto de silencio.Relajada, duermo. ¿ Y aquel ruido?, diminuto ruido. Atrevido, quiere interrumpir mi sueño. Doy media vuelta y sigo el sueño. Duermo. Indiferente. El cuerpo, todo, abatido por aquel sonido.
En el hondo silencio de la noche, un recuerdo se clava en un rincón de mi habitación. La mesa cruje una pena tan profunda, que se desgarran casi todas sus moléculas. Yo, indiferente. Las sábanas del tiempo han tapado aquellos sucesos. ¿Por qué esta noche y no otra?.
Rebota en el silencio del cuarto. Otra vez se aquieta. La mesa insiste en dirigirme la palabra. Yo, indiferente. Tímidamente trata de llamarme la atención rozándome con la pata. Yo, indiferente. En un rincón, en ese rincón , se sabe testigo y se cree dueña de mi destino. Esa mesa no tiene la menor decencia, se indigna el sillón de pana. Fiel compañero, no dice nada. Yo, avergonzada. la cubro enseguidita con un mantel y me vuelvo a la cama. Es tarde en la madrugada, pronto será mañana.
Otro día continua y esa mesa no dice nada.
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