“Doce años tenía Arnulfo cuando escuchó por
primera vez la leyenda del dragón y la princesa, entonada por un trovador
errante en la feria del Kálix. Sabe ahora que sus cabellos son blancos, y la
espada cae de su mano arrugada, manchada y vieja, sin fuerzas para sostenerla.
El anciano caballero Arnulfo ama ahora a
la princesa Ermengarda (a su imagen) como un hombre que nunca vio el mar ama la
vieja fotografía de un barco que cuelga de la pared de su escritorio y que ha
mirado todos los días de su vida por costumbre.”
Estefanìa Brandàn
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